martes, 8 de noviembre de 2016

El camino.

Si uno piensa en el Mundial de 1986 automáticamente lo relaciona con los dos goles de Maradona a Inglaterra, con la corrida de Burruchaga contra Alemania, con el Tata Brown jugando todo el segundo tiempo de la final con el brazo dislocado, del éxito de la escuela de Bilardo. Pero pocos recuerdan que la misma selección que alcanzó la gloria máxima en tierra Azteca había sido duramente criticada antes de dicho torneo, entrando al mismo casi de manera agónica.





Carlos Salvador Bilardo asumió a la dirección técnica de la celeste y blanca el 24 de Febrero de 1983 a las 19:35 y dicha elección de la AFA fue muy discutida, ya que muchos no estaban de acuerdo con la forma en que jugaban los equipos del doctor, aunque diez días antes de firmar se había coronado campeón con Estudiantes del Metropolitano 82´ganándole a Talleres por 2 a 0. Una de las primeras medidas de Bilardo como técnico fue otorgarle la capitanía a quien consideraba su jugador clave: Maradona. Esta decisión despertó un escándalo ya que hasta entonces la cinta era inamovible del brazo derecho de Daniel Passarella, campeón del mundo y emblema en el 78´. Diego lloró de la alegría en Barcelona cuando se enteró de esta noticia, aunque al Káiser no le cayó demasiado bien.

El debut de Bilardo fue en un 2 a 2 contra Chile en Mayo del 83 y su primer torneo oficial fue la Copa América de ese mismo año, quedando afuera en primera ronda. El ciclo del nuevo técnico empezó de manera muy complicada, alternando buenas y malas y desplegando un juego poco vistoso, lo que generaba una lluvia de críticas. Entre 1984 y 1985 la selección jugo una serie de amistosos con resultados irregulares y se preparaba para afrontar las eliminatorias sudamericanas.


Bilardo vs Menotti

En 1983 comenzaba un enfrentamiento ideológico que subsiste hasta nuestro días, Bilardo vs Menotti, Menotti vs Bilardo. La relación entre el nuevo técnico de la selección y su antecesor, el hombre que la había conducido desde 1974 hasta 1982 hasta ese entonces era amable. Habían hecho juntos el curso de técnico y Menotti llegó a decir en 1982 que Bilardo podría sumarse a su cuerpo técnico como "espía" de los rivales argentinos en el mundial de España. Luego de reemplazarlo en la conducción técnica ambos se reunieron en Barcelona por pedido de Bilardo, ya que el mismo quería oír de boca de Menotti su experiencia con la selección, luego de este encuentro nunca volverían a hablarse. José Luis Barrio, ex jefe de redacción de El Gráfico y único periodista que montó guardia esa noche, afirma que la reunión duró cuatro horas. La charla fue a puertas cerradas pero Carlos le filtro tres datos: Que Menotti le había recomendado a Tarantini y a Gatti, pero no a Enzo Trossero. Un mes después, en su primera convocatoria Bilardo haría todo lo contrario: llamó a Trossero pero no a Gatti ni a Tarantini.

Tras su debut ante Chile en Mayo de 1983 a Bilardo le preguntaron por el estilo del fútbol nacional y puso en duda el estilo del buen fútbol, afirmando que en el Mundial del 78 no estuvieron ni Alonso, ni Bochini ni Maradona, jugadores que responden a esa idiosincrasia. "El mundial se ganó con futbolistas más aguerridos como Luque, Passarella, Gallego y Kempes", sostuvo el técnico que, primero como jugador y después como técnico había forzado un estilo diferente al de Menotti, casi antagónico.

Menotti se sintió aludido por los dichos de Bilardo en Chile, y después de una derrota de una Argentina sub 23 ante el Valladolid de España, le devolvió la critica. "No se puede jugar un partido al otro día de haber bajado del avión tras un viaje a Europa. En este plantel había muchos que gozaban de gran cotización y perdieron prestigio", dijo en Clarín el 4 de Julio de 1983. Es acá cuando Bilardo entró en cólera: "Leí el diario y me enloquecí, me tuve que tomar dos lexotanial, pero nada me hacía efecto, estaba envenenado". Al día siguiente le respondió en una conferencia de prensa: "Cuando asumí en la selección lo único que encontré fue una silla y un escritorio, no había carpeta de jugadores, no había calendario, no había contactos, no había nada. Este país necesita que se hable menos y se trabaje más. Estamos cansados del verso". En cuestión de horas Argentina se había dividido en dos sectores. De un lado los Menottistas, del otro los Bilardistas. Todo lo que ambos dijeran o hicieran pasaba a ser condecorado o descalificado. El Menottismo se alistó en Clarín, que durante la etapa anterior al Mundial 86 se encargó de criticar constantemente al seleccionado argentino por el juego desplegado y por los pobres resultados que cosechaba.

En medio de este ambiente, de peleas, criticas y malos resultados la Selección debía emprender las eliminatorias sudamericanas. Compartía el Grupo 1 con Colombia, Venezuela y Perú.





Los dos primeros equipos no le presentaron graves problemas a la Argentina, ya que le ganó a ambos ida y vuelta. El conjunto nacional tenía que jugar sus dos últimos partidos del grupo contra el seleccionado peruano para meterse en el próximo mundial, y es aquí donde Bilardo se las vio negras. El primer encuentro fue en la altura de Lima, donde los locales gracias a la violenta y pegajosa marca de Luis Reyna sobre Maradona se quedaron con la victoria por 1 a 0.

30 de Junio de 1985


Una semana después del partido de ida en la altura la Selección recibía en el Monumental al conjunto peruano comandado por Cueto, Juan Carlos Oblitas, entre otros. El conjunto nacional necesitaba de un empate para meterse de lleno en el Mundial de México, sin embargo al cabo de 45 minutos el equipo de Bilardo se iba a los vestuarios perdiendo 2 a 1.

El clima que se vivía en el Monumental era de alta tensión, ya desde los partidos anteriores y en medio de la controversia Menotti-Bilardo el estadio era un escenario hostil. El segundo tiempo fue muy difícil, los minutos pasaban y la selección no podía concretar las ocasiones que tenia. A los 37 minutos Passarella recibe un cambio de frente, la mata de pecho y remata cruzado. La pelota roza en el guante derecho del arquero, pega en el palo y recorre la linea de gol lentamente hasta que Gareca apareció entre dos defensores peruanos y la empujo a la red. Argentina empataba de manera agónica y lograba la tan ansiada clasificación. Maradona, que en ese partido fue intrascendente, afirmó: "El susto que tuve esa tarde no lo había tenido nunca en mi vida".


Con la clasificación ya consumada Bilardo debía trabajar para llegar de la mejor manera al máximo torneo, pero tenia una preocupación que no lo dejaba dormir: Maradona. El diez no jugó de la mejor manera las eliminatorias y arrastraba una lesión en su rodilla como consecuencia de una patada que recibió en Venezuela por parte de un hincha. Con el mundial contrarreloj y Maradona en proceso de recuperación, Argentina hizo en Marzo de 1986 una gira por Italia, Suiza y Francia. La selección no organizaba amistosos para jugar en el país porque Bilardo temía nuevos silbidos. Aquel empate con Perú fue la ultima presentación como local.

Los partidos en Europa de la selección exiliada fueron horribles, y el ultimo amistoso de esa gira fue contra un club suizo, el Grassahoppers, al que le ganó 1 a 0 casi sobre la hora. Tal era el odio del país hacia Bilardo que a su hija Daniela debieron cambiarle el apellido para que no sufra burlas en el colegio. En su casa pusieron un cartel de venta para confundir a la gente y de esta manera dejaran de tirarle piedras. Su esposa e hija se mudaron a lo de su suegra y Bilardo a una quinta que tenía en Moreno.

Alfonsín trata de echar a Bilardo

Luego de regresar de Europa, Bilardo se consideraba victima de un atentado en su contra: El presidente de la Nación de ese entonces, Raul Alfonsín le pidió al ex entrenador de los pumas "que hiciera algo" para echarlo. 

Alfonsín tenia un "rollo" anti Bilardo -recuerda el ex secretario de Deportes Rodolfo O´Reilly-. Me decía que Bilardo, cuando fue jugador de Estudiantes en los '70, pinchaba con alfileres a su rival Bernao, delantero de Independiente y le tiraba tierra en la cara el arquero, pero ademas la selección no estaba en su mejor momento y Alfonsin me pidió que lo echara.

Estábamos cerrando un tema muy importante, algo referido a los jueces y militares de la ultima dictadura, y Alfonsin, sentado al lado mio me preguntó "Che ¿Cuándo lo vas a echar a Bilardo? le contesté que estaba loco, que no podía despedirlo, no tenia esa potestad, pero que me dejé llevar y creé un reportaje con Tiempo Argentino que era un diario afín del gobierno. La excusa era la visita de un funcionario español para los Juegos Olímpicos del año '92, esas cosas no sirven para nada, y al final el periodista me tenia que preguntar que opinaba sobre la selección Argentina a lo que contesté: "No anda ni para atrás ni para adelante". Con esos dichos del Secretario de Deportes de la Nación se armó un revuelo tremendo, hasta llegaron a circular nombres de los posibles reemplazantes, algunos de ellos amigos de Menotti.

Luego de tantas palabras en contra del Dr. Salvador Bilardo, el presidente de la AFA Julio Grondona absorbió las presiones, respaldo al Director Técnico de la Selección Argentina y a cambio tuvo injerencia en la lista de futbolistas que jugarían el Mundial. El técnico lo aceptó. El presidente de la AFA impuso a dos jugadores que le garantizarían estabilidad en el humor popular, el ídolo de Independiente, Ricardo Bochini, y el 10 de Boca, Carlos Tapia. Pero Bilardo también jugó sus cartas. y despejó del camino a futbolistas con resabios menottistas, de esta manera Filliol -clave en la clasificación-, Ramón Diaz -goleador en Italia- y Juan Barbas quedaban afuera de la lista. De esta manera, le cortó los vínculos afectivos a Passarella, lo dejó huérfano dentro del plantel.

Como Bilardo temía otro complot hacia su persona, apuró la salida del plantel del país como si fuese un fugitivo: la selección viajaría de nuevo a Europa por unos amistosos y desde allí no volvería a la Argentina, iría directo a México. Tal era la situación que ni los familiares fueron a despedir a esa selección, que 70 días después volvería a pisar el aeropuerto con la copa bajo el brazo.

La gloria

El equipo que llegaba con más dudas que certezas, comenzó el certamen el 2 de Junio ante Corea con el 4-4-2 que Bilardo había probado sin éxito en los partidos previos. Pumpido, Clausen, Brown, Ruggeri y Garre; Giusti, Batista, Maradona y Burruchaga, Pasculli y Valdano. El partido iba a terminar 3 a 1 a favor de Argentina, pero lo más recordado de ese encuentro fueron las patadas criminales que recibió Maradona por parte de los coreanos durante los 90 minutos.


La primera dificultad que se iba a encontrar la selección fue Italia por la segunda fecha del grupo. Los italianos venían de ser campeones del mundo en España 82 y era la favorita para quedarse con el encuentro y el grupo, sin embardo el partido terminaría 1 a 1. El grupo culminaría con una victoria por dos a cero frente a Bulgaria, terminando de esta manera primero en el grupo con 7 puntos.









Las fases decisivas comenzaron con el clásico rioplatense en la ciudad de Puebla, donde el conjunto de "el narigón" dominaría la mayor parte del encuentro contra una Uruguay que llegaba disminuida por tener a sus dos figuras suspendidas. El partido de octavos terminó 1 a 0 con gol de Pasculli, que después perdería la titularidad.





Argentina ya estaba en cuartos y enfrente tenia a la Inglaterra liderada por el goleador Gary Lineker, que venía de anotar dos goles en octavos ante Paraguay. No era un partido más para la Selección, además de jugarse un pasaje para las semis la guerra de Malvinas estaba más presente que nunca, sobre todo en los jugadores argentinos. "El País" de España presentó el encuentro como "La guerra de Malvinas en versión futbolera". Los medios ingleses, argentinos e incluso los mexicanos replicaron el tenor recurriendo a analogías similares.

Por su parte, Carlos Bilardo le prohibió a sus jugadores que declararan sobre el tema: "Los días previos eran difíciles por lo que se hablaba constantemente. Yo les prohibí hablar a los jugadores. Las preguntas de los periodistas eran Malvinas, Malvinas y Malvinas. Los reuní y les dije: ´Muchachos, en este momento no se puede hablar de Malvinas´. Hacer fuerza por Malvinas es otra cosa. Si vos querés y lo sentís, les dije a los jugadores, cuando termine todo esto agarramos un avión y nos vamos para allá".

No hay argentino que no recuerde esos 90 minutos, no hay persona en el mundo que no sepa lo que pasó en el estadio Azteca el 22 de Junio de 1986, que no haya visto miles y miles de veces la gesta de Maradona. Es que Maradona, que había hecho una mala eliminatoria y venia aumentando su nivel en los partidos previos, se puso el equipo al hombro y remató a Inglaterra con dos goles impresionantes y muy distintos entre sí.

El primero, que sirvió para abrir el marcador, usando la mano de manera pícara para superar en el salto al arquero Shilton y empujar la pelota a la red. El segundo, el mejor gol en la historia de los mundiales sin lugar a dudas. Arrancando desde la mitad de la cancha y tras recibir de espaldas un pase de Enrique, corre con la pelota en sus pies dejando en el camino a seis ingleses incluido el arquero. Maradona, meses después declararía: "Era como ganarle a un país, no a un equipo de fútbol. Habían muerto muchos pibes argentinos, los habían matado como a pajaritos. Esto era una revancha". Argentina dejaba en el camino a la poderosa Inglaterra y esperaba por Bélgica, que venia de eliminar a la España de Butrageño que estaba realizando un mundial excepcional.









Diego y Argentina mantuvieron el nivel contra el país europeo. En la segunda mitad el diez demostró la tiranía de su excelencia anotando dos goles, el segundo con una nueva obra de arte repleta de regate, técnica y definición.


La albiceleste ya estaba en la tan ansiada final contra todo pronostico y pensamiento que pudiera tener cualquier argentino antes de comenzar el certamen. Ya solo quedaba por derribar al siempre competitivo conjunto alemán para completar los sueños de aquel niño Diego Armando Maradona.




La final

El partido no comenzó hasta que Maradona tocó su primera pelota. El Estadio Azteca rugió con la primer participación del futbolista argentino, aunque no terminaría siendo el mejor partido del capitán estéticamente hablando, pero sí uno de los mas serios y comprometidos. El jugador de la albiceleste sintió siempre el aliento de más de dos rivales, lo que le impidió participar con comodidad, pero pese al acoso sufrido por parte de los alemanes, Diego pudo beneficiarse y sacarle partido a la estrategia alemana de neutralizar al diez rival. Burruchaga lanzó una falta lateral desde la derecha cometida sobre Maradona y Brown anotó de cabeza tras una desafortunada salida de Schumacher.

Matthaus comenzó entonces con un marcaje mas cercano sobre Maradona, pero pese a esto, el jugador argentino logró gambetear y crear peligro en una preciosa combinación interior con Burruchaga, quien le devolvió la pelota de tacón pero algo alejada para llegar con ventaja a la disputa de Schumacher. Antes, Rummenigge remató forzado en la mejor ocasión de Alemania en la primera mitad. El conjunto de Beckenbauer tenía las ideas muy claras sin el balón: encima de Maradona y una defensa muy adelantada, pero sin la tenencia de pelota.



Beckenbauer sustituyó en el descanso a un desaparecido Allofs por el siempre peligroso Voller. Mientras, Brown sufrió una aparatosa caída en la que se dislocó el hombro. El central argentino, pese al dolor, se mantuvo en cancha haciendo un agujero en su remera para dejar el brazo inmóvil.

La defensa argentina se mostraba firme y segura cuando Alemania atacaba, especialmente por la banda derecha por medio de Brehme y Eder, sus jugadores mas activos. Pero Argentina pareció sentenciar el campeonato cuando Enrique lidero un rápido contraataque tras un saque de esquina alemán y asistió a Valdano, que con espacio, encaro hacia el arco y definió con suavidad y colocación.



El conjunto nacional pudo incluso aumentar su cifra de goles, aunque ni Valdano ni Enrique, muy activo y con mucha movilidad en ataque, pudieron finiquitar la final. Y cuando parecía mas próxima la goleada que el resurgir alemán, el equipo de Beckenbauer no solo recortó distancia, sino que empató en dos acciones idénticas en apenas seis minutos. Bilardo terminaría revoleando su medalla de campeón a cualquier lado por el enojo que le había ocasionado que el equipo alemán le haya marcado dos goles de pelota parada, con lo mucho que se practicaba durante los entrenamientos.

Sin embargo, este panorama negro estimulo a Maradona. El capitán se había mantenido en un discreto segundo plano ante tanto rival dispuesto a eclipsarlo. Pero los genios siempre tienen un as bajo la manga. Faltando 9 minutos para el final, Maradona asistió de primera a Burruchaga desde el centro del Estadio Azteca y lo dejo solo ante una defensa muy adelantada. Con espacios Burruchaga realizó la carrera de su vida para llegar al área y convertir el 3 a 2 definitivo. Burruchaga clavó sus rodillas en el césped y sus brazos en alto fueron receptores de toda la energía de la nación argentina, que transformó en unos minutos las lágrimas por el empate imprevisto en un llanto de felicidad extrema. Con el pitido final la Argentina llegaba a la cima futbolística por segunda vez en su historia y Bilardo logró cambiar las sensaciones de una opinión publica contraria, transformando un equipo vulgar, que ni siquiera estaba entre los favoritos, en un equipo campeón.